Recuerdo alguna que otra conversación con mi abuelo. Intento que no se me olviden para evitar que se pierdan para siempre. Recuerdo un entretenimiento que a mis hermanos y a mí nos gustaba especialmente y al que una y otra vez jugábamos mientras íbamos de paseo con él: Veíamos coches y elegíamos cual tendríamos cuando fuésemos mayores. Le recuerdo comentar entre risas “...cuando seáis grandes, quién sabe los coches y cosas que existirán. ¡ Seguro que hasta vuelan!”
Recuerdos y pronósticos a largo plazo, escondidos bajo el polvo de décadas, a los que dejamos de aferrarnos mal aconsejados y cegados por la madurez. Os propongo una aventura que no podréis rechazar: Viajar al pasado sabiendo lo que hoy sabemos. No necesitaremos equipaje, ni víveres. Tan solo una pala de imaginación con que desenterrar la parte olvidada por los años. Han caído en mis manos unas pequeñas joyas que deseo compartir esperando que nos ayuden a revelar de nuevo las estampas. Viajemos juntos, comentando, riendo, maldiciendo o que sé yo, pero sobre todo recordando y comparando lo conseguido y lo perdido.