Pese al análisis de ADN del supuesto cráneo de Adolf Hitler hecho púbico en septiembre de 2009 por la Universidad de Connecticut (EE.UU), en el que se cuestionaba la autenticidad del mismo, al comprobar que correspondería a una mujer, los servicios secretos rusos insisten nuevamente en que los restos que custodia el Archivo Estatal de Rusia sí pertenecían al dictador nazi. El general Yuri Jristoforov, acual jefe del Archivo, aseguro el pasado diciembre que esta institución conserva fragmentos reales del cráneo del Fürher, uno de los cuales presenta un orificio de bala, y parte de su mandíbula. Los huesos, que habían servido para identificdar los cadáveres de Hitler, Eva Braun y la familia Goebbels, fueron enviados a Moscú en 1948. "Lo demás -según Jristoforov- fue incinerado en 1970". El 13 de marzo de ese año el entonces presidente del KGB, Yuri Andropov, solicitó al Politburó autorizar la destrucción de los restos de Hitler y de varias personas más, enterradas en febrero de 1946 en un lugar secreto, en una base militar del sector soviético de Alemania. La exhumación se llevó a cabo el 4 de abril. Los cuerpos fueron incinerados en una fogata, convertidos en cenizas y arrojados al río Biederitz. Recientemente, se ha conocido también que en 1924 el espionaje francés describió a Hitler como "un demagogo bastante astuto" que "comandaba grupos paramilitares de orientación fascista", equiparándole al italiano Mussolini. Pero sin alertar sobre su eventual influencia y peligrosidad en el futuro, según una nota inédita ahora descubierta.
Revista La Aventura de la Historia, enero 2010